Remuneración del trabajo de cuidados en India: La política social global más grande

En los vastos paisajes del centro de India, una modesta transferencia de dinero cada mes está redefiniendo el papel de millones de mujeres y agitado el panorama político. Premila Bhalavi, habitante de una aldea en Madhya Pradesh, no tiene un empleo formal, pero cada 30 días recibe 1.500 rupias indias, una cifra equivalente a unos $15.450 pesos chilenos, directamente en su cuenta bancaria. Este ingreso, predecible y sin condiciones, le permite cubrir gastos esenciales como medicamentos, verduras y la matrícula escolar de su hijo. Para Premila y otras 118 millones de mujeres en India, esta suma, aunque pequeña, significa control, independencia y el tardío reconocimiento de una labor fundamental: el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

India, una nación acostumbrada a subsidiar bienes básicos y programas de empleo rural, se ha convertido en el epicentro de uno de los experimentos de política social más ambiciosos y menos publicitados del mundo. Doce de sus estados han implementado programas de transferencias monetarias incondicionales (TMI) dirigidas específicamente a mujeres adultas que asumen la carga del funcionamiento del hogar. La escala es asombrosa, afectando a un electorado demasiado numeroso para ser ignorado y marcando una expansión significativa en los sistemas de bienestar social estatales, según Prabha Kotiswaran, profesora de derecho y justicia social en el King’s College de Londres.

Las cifras varían, con transferencias que oscilan entre 1.000 y 2.500 rupias indias mensuales, es decir, entre $10.300 y $25.750 pesos chilenos, lo que representa entre el 5% y el 12% de los ingresos familiares. Estos montos, modestos pero regulares, se depositan directamente en las cuentas bancarias de las beneficiarias, un proceso simplificado por el hecho de que 300 millones de mujeres indias ya poseen cuentas bancarias. La clave de este programa, y lo que lo diferencia de las iniciativas condicionadas de México, Brasil o Indonesia, es su naturaleza incondicional: el dinero se entrega sin exigir la asistencia escolar de los niños o demostrar una situación de extrema pobreza.

Un reconocimiento al trabajo de cuidados no pagado

El fenómeno de las TMI cobró fuerza a partir de 2020, justo antes de la pandemia, y desde entonces se ha transformado en una fuerza política imparable. Goa fue pionera en 2013, pero la ola reciente se ha dirigido explícitamente a las mujeres adultas, con algunos estados reconociendo abiertamente el valor de su trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Por ejemplo, Tamil Nadu denomina a sus pagos una «subvención de derechos», mientras que Bengala Occidental también destaca las contribuciones no pagadas de las mujeres en el hogar. Esta iniciativa busca paliar el desequilibrio expuesto por la Encuesta sobre el Uso del Tiempo de 2024, que reveló que las mujeres en India dedican casi cinco horas diarias a este tipo de labor, una cifra 7,6 veces superior a la que dedican los hombres.

Este sesgo de género en las responsabilidades domésticas es un factor clave en la baja participación femenina en la fuerza laboral india. Expertos coinciden en que, al menos, las TMI comienzan a reconocer este desequilibrio estructural. Durante décadas, feministas indias han defendido el valor económico de este trabajo invisible, y estos programas, aun con sus limitaciones, representan un eco tardío de esa demanda. La mayoría de las mujeres utiliza el dinero para necesidades básicas del hogar y la familia: alimentación, educación de los hijos, gas para cocinar, gastos médicos y, en ocasiones, para pagar pequeñas deudas o darse algún pequeño lujo personal, demostrando un uso responsable de los fondos.

La influencia de este enfoque en el papel económico de las mujeres ha trascendido lo social para impactar de lleno en la política. En 2021, la promesa de “salarios para las amas de casa” fue un punto central en la agenda de Kamal Haasan en Tamil Nadu. Para las elecciones de 2024, las promesas de transferencias dirigidas a mujeres fueron cruciales en las victorias de diversos partidos en estados como Maharashtra, Jharkhand y Andhra Pradesh. Este poder político se manifestó de manera contundente en Bihar, el estado más pobre del país, donde el gobierno transfirió 10.000 rupias (cifra equivalente a $103.000 pesos chilenos) a 7,5 millones de cuentas bancarias de mujeres justo antes de las elecciones, una jugada que, si bien fue calificada por críticos como una «compra de votos descarada», se tradujo en una participación femenina récord y una victoria decisiva de la coalición liderada por el Partido Bharatiya Janata.

Autonomía financiera versus desafíos fiscales

Más allá de la arena política, el impacto real en la vida de las beneficiarias está comenzando a ser evaluado. Una investigación realizada en 2025 en Maharashtra, publicada por académicos en The Economic and Political Weekly, reveló que si bien cerca del 30% de las mujeres elegibles no se inscribió (a menudo por problemas de documentación o un fuerte sentimiento de autosuficiencia), la gran mayoría de las que sí lo hicieron controlaban sus propias cuentas bancarias. Esto se refuerza con una encuesta de 2023 en Bengala Occidental, donde el 90% de las mujeres gestionaba personalmente sus cuentas y el 86% decidía cómo gastar el dinero, un claro indicador de mayor autonomía financiera.

Los estudios señalan que las TMI no son una solución mágica, pero sí ofrecen una seguridad tangible. En Tamil Nadu, las mujeres beneficiarias reportaron «tranquilidad, reducción de los conflictos conyugales y una nueva confianza en sí mismas», un beneficio social difícil de cuantificar pero vital. De acuerdo con Kotiswaran, «la evidencia demuestra que las transferencias de efectivo son enormemente útiles para que las mujeres satisfagan sus propias necesidades inmediatas y las de sus hogares. También devuelven la dignidad a las mujeres que, de otro modo, dependen económicamente de sus maridos para cada pequeño gasto».

A pesar de las críticas sobre la presión que estos programas ejercen sobre las finanzas estatales –donde 12 estados planean gastar cerca de $18 mil millones de dólares ($18 billones 540 mil millones de pesos chilenos) este año fiscal, algunos con serios déficits de ingresos, según un informe de PRS Legislative Research–, la evidencia disipa dos grandes temores feministas: que el dinero desincentive la búsqueda de empleo remunerado o que refuerce los roles de género. Las encuestas demuestran que, de hecho, el dinero no reduce la carga de trabajo no remunerado, pero sí fortalece la autonomía financiera y el poder de negociación dentro del hogar.

El futuro: más que solo dinero en efectivo

La investigación, que incluye trabajos detallados de Kotiswaran, Gale Andrew y Madhusree Jana, subraya que las TMI son herramientas útiles pero limitadas. Operan dentro de una sociedad patriarcal donde la inyección de dinero por sí sola no puede desmantelar las desigualdades estructurales. Muchas mujeres entrevistadas en Karnataka y Assam señalaron que, si bien valoran la dignidad y la seguridad, lo que realmente desean es un trabajo remunerado y el respeto duradero que conlleva.

De cara al futuro, los expertos sugieren que los estados deben simplificar las normas de elegibilidad, mantener el carácter incondicional de los pagos y, crucialmente, intensificar los mensajes para enfatizar los derechos de las mujeres y el valor económico de su trabajo no remunerado. Las TMI no pueden sustituir a las oportunidades de empleo. Solo si se combinan con mensajes que reconozcan el trabajo de cuidados, «podrían alterar la división de género del trabajo cuando surjan oportunidades de empleo remunerado», concluye Kotiswaran, en declaraciones recogidas por la BBC. La discreta revolución de las transferencias de efectivo en India recién comienza a escribir sus primeros capítulos, demostrando que sumas pequeñas y regulares, pagadas directamente a las mujeres, tienen el potencial de modificar las relaciones de poder de formas sutiles pero innegablemente significativas. El desafío de India es transformar esta ayuda en una vía genuina hacia el empoderamiento, más allá de ser solo una nueva forma de mecenazgo político.

Nicolás Verdejo
Nicolás Verdejo

Periodista. Director de Under Express.