Presidente Boric y el ultraderechista Kast se reúnen en La Moneda

Este lunes, el Palacio de La Moneda fue escenario de un encuentro que sella el cambio de ciclo político más abrupto y significativo que ha vivido Chile en décadas. El presidente Gabriel Boric Font recibió a José Antonio Kast Rist, líder del Partido Republicano y flamante presidente electo, para iniciar formalmente la transición de mando. La cita, que se extendió por cerca de dos horas en la sede del Gobierno, se desarrolló bajo un tono de estricto protocolo republicano, aunque el diálogo estuvo inevitablemente cargado del peso de las ideologías que representan las antípodas del espectro político nacional.

Kast, la figura más destacada de la ultraderecha desde el retorno a la democracia, llegó a La Moneda acompañado por su esposa, María Pía Adriasola, quien asumirá el rol de Primera Dama, una posición de la que el actual Mandatario había prescindido. También lo secundó el presidente de su partido, Arturo Squella, marcando una clara señal del equipo político que sostendrá el próximo gobierno. El encuentro se produce tras la contundente victoria de Kast en el balotaje del domingo, donde superó a la candidata de la izquierda y el centro, la comunista y exministra del Trabajo Jeannette Jara.

Al concluir la reunión, Boric emitió un comunicado oficial que, si bien resaltó el «diálogo cordial, respetuoso, institucional y con altura de miras», puso un énfasis ineludible en la defensa de lo que su administración ha denominado el «escudo social» o «políticas de Estado». La solicitud central del Mandatario saliente fue que la nueva administración respete y garantice la continuidad de los derechos adquiridos y los avances institucionales logrados en los últimos cuatro años.

Transición republicana: un clima positivo

Entre las políticas cuya permanencia el presidente Boric consideró crucial, destacó la «implementación de la reforma de pensiones», la agilización de «permisos sectoriales», la definitiva «instalación del Ministerio de Seguridad Pública» y el «proceso de vacunación» que se ha adelantado a marzo, además de la crucial «ley integral contra la violencia a la mujer» y la funcionalidad de las «oficinas locales de la niñez» y los «servicios locales de educación pública». Esta enumeración detallada subraya la preocupación del progresismo por el destino de reformas clave ante un gobierno con una plataforma ideológica radicalmente opuesta.

El Mandatario saliente insistió en que «más allá de las distintas visiones políticas que ambos representamos, existe una continuidad de Estado, de sus instituciones, del servicio público y de orden democrático». Dicho compromiso, aunque protocolario, adquiere una resonancia especial considerando que hace apenas cuatro años Boric había derrotado al mismo Kast en una segunda vuelta que prometía consolidar la hegemonía de la izquierda en el poder.

Por su parte, José Antonio Kast no tardó en refrendar la necesidad de un ambiente de colaboración. Reafirmó su propuesta de instaurar un «gobierno de emergencia» que, según sus palabras, «tiene que verse reflejado en un gobierno de unidad nacional en los temas prioritarios». El presidente electo centró su discurso en la inseguridad, un tema que se convirtió en el eje de su aplastante victoria, pero amplió la lista a otras áreas críticas.

El desafío de la unidad nacional y la agenda urgente

Kast detalló que las materias que exigen una «política de Estado» y, por ende, el apoyo transversal, incluyen la «seguridad, en temas de salud, en temas de educación, en temas de vivienda». Esta retórica de unidad contrasta con el tono divisorio de la campaña, pero se alinea con la magnitud de los desafíos que el país enfrenta, incluidos los problemas fiscales. De hecho, al término de la jornada electoral, Kast ya había advertido que el país se dirige hacia «un año duro, muy duro, porque las finanzas del país no están bien», según recogió el diario EL PAÍS América. Este panorama económico complejo podría ser el factor unificador forzoso para las distintas fuerzas políticas.

El resultado electoral se erige como el hito histórico detrás de esta transición. Kast obtuvo un aplastante 58 por ciento de los votos frente al 42 por ciento de Jeannette Jara, una diferencia de casi 20 puntos porcentuales. La cifra es inaudita: el candidato de las derechas logró imponerse en la totalidad de las 16 regiones del país, un dominio territorial sin precedentes. Un análisis de Emol.com de las cifras del triunfo muestra que Kast ganó en el 90% de las comunas, consolidando un respaldo que trascendió la geografía tradicionalmente conservadora.

La magnitud del triunfo fue tal que el republicano se impuso incluso en la mesa de votación del presidente Boric en Punta Arenas, lo que se ha interpretado como un plebiscito al progresismo saliente. La victoria de Kast lo convierte, además, en el primer líder abiertamente identificado con el pinochetismo que alcanza la presidencia desde el fin de la dictadura hace 35 años, lo que amplifica el significado del viraje político.

El giro histórico y la derrota estruendosa de la izquierda

La victoria de la ultraderecha no es solo un triunfo político, sino la consolidación de un nuevo clivaje centrado en el orden, la seguridad y la migración, temas que dominaron la preocupación ciudadana durante la campaña, como se destacó en Diálogo Político. El triunfo de Kast representa la derrota más estruendosa para las fuerzas de izquierda desde 1990, un resultado que, según analistas citados por Ex-Ante, se explica en parte por la incapacidad de la candidata Jeannette Jara de desmarcarse de la carga de «continuidad» del Gobierno de Boric y, simultáneamente, del peso simbólico del Partido Comunista.

El nuevo Mandatario ha fijado un plazo hasta el 15 de enero para dar a conocer a su Gabinete, un anuncio que será escudriñado por la prensa y la ciudadanía para medir el alcance de su prometida «unidad nacional». En paralelo a la construcción de su equipo, el presidente electo tiene prevista una señal internacional de alto impacto: su primer viaje será a Buenos Aires para reunirse con el Presidente de Argentina, Javier Milei, evidenciando una afinidad ideológica que busca cimentar un nuevo eje conservador regional.

La transición Boric-Kast se perfila así como un ejercicio de alta tensión institucional. El futuro gobierno de Kast ha prometido “restablecer la ley” y enfrentar la crisis migratoria y de seguridad con “firmeza”, mientras que el actual Ejecutivo se mantiene vigilante sobre la preservación de los avances sociales. El diálogo en La Moneda, aunque cortés, ha dejado en claro que el traspaso de mando que culminará en marzo no será solo un cambio de administración, sino el inicio de una era radicalmente distinta para Chile.

Pablo Ortiz
Pablo Ortiz

Periodista cultural. Cafeinómano y a veces esclavo del FOMO.