Planificación urbana fallida, calor fatal: El precio que pagan las poblaciones vulnerables

Un reciente análisis revela una preocupante tendencia en las ciudades de naciones con ingresos bajos y medios: la intensificación del efecto isla de calor urbano. Este fenómeno, impulsado por una expansión urbana desplanificada, la menguante presencia de espacios verdes y una infraestructura deficiente, está exacerbando los impactos del cambio climático y profundizando las desigualdades sociales en áreas urbanas, donde actualmente reside más de la mitad de la población mundial, cifra que se proyecta alcance el 70% para 2050.
El efecto isla de calor urbano se produce cuando las áreas urbanas densas, caracterizadas por materiales que retienen calor como el hormigón y el asfalto, atrapan significativamente más calor que sus entornos rurales. Un estudio publicado en la revista Urban Sustainability analizó las tendencias de la intensidad de la isla de calor superficial urbana en más de cinco millones de cuadrículas urbanas a nivel global entre 2003 y 2018. Los hallazgos son alarmantes: las áreas urbanas se están calentando a un ritmo promedio de 0.021 grados Celsius por año, siendo los países de ingresos bajos y medios los que experimentan el aumento neto más pronunciado.
La Huella de la Rápida Urbanización
Chuan Liao, profesor asistente del departamento de desarrollo global de la Universidad de Cornell en Nueva York y coautor del estudio, advierte: “Las islas de calor urbanas no se tratan solo de temperatura; reflejan desigualdades más profundas en cómo se construyen las ciudades y quién se beneficia de una infraestructura verde y resiliente al clima”. En regiones como el sur de Asia, África subsahariana y Oriente Medio, la urbanización está ocurriendo a velocidades sin precedentes. Este crecimiento a menudo implica la sustitución de vegetación por superficies impermeables, alterando el ciclo del agua y contribuyendo al aumento de las temperaturas.
Lotfy Azaz, profesor de planificación urbana y sistemas de información geográfica y jefe del departamento de geografía de la Universidad de Menoufia en Egipto, quien no participó en el estudio, subraya que la formación de islas de calor está estrechamente ligada al “tejido urbano”. Esto incluye la proliferación de fábricas, viviendas de alta densidad, carreteras pavimentadas y complejas redes de transporte. Azaz señala que mientras las ciudades de naciones de altos ingresos se han estabilizado en gran medida y han adoptado enfoques de planificación que ayudan a gestionar el calor urbano, los países de bajos ingresos están experimentando un rápido desarrollo urbano sin las medidas de mitigación adecuadas.
Ciudades Vulnerables y Consecuencias Profundas
Ciudades como El Cairo, Karachi, Dhaka y Nairobi se encuentran entre las más afectadas. En estos centros urbanos, los asentamientos informales a menudo carecen de áreas verdes, sombra o sistemas de refrigeración eficientes. El estudio también reveló que la intensidad del efecto isla de calor superficial urbano es más pronunciada durante los días de verano, cuando los materiales urbanos absorben la máxima radiación solar, y durante las noches de invierno, cuando las áreas construidas retienen y reemiten calor mientras que las zonas rurales se enfrían más rápidamente.
“Durante los días de verano, las ciudades se calientan más rápido debido a la exposición solar, y por la noche, permanecen más cálidas debido al calor retenido y las emisiones de vehículos y sistemas de calefacción”, explica Liao a SciDev. “Los países de ingresos bajos y medios muestran aumentos nocturnos especialmente fuertes, vinculados al rápido crecimiento de la población y al uso de energía”. Las consecuencias de este fenómeno son profundas, especialmente en un momento en que los eventos de calor extremo son cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático. Los residentes urbanos más pobres, que a menudo viven en viviendas superpobladas y mal ventiladas, enfrentan mayores riesgos de enfermedades relacionadas con el calor, pobreza energética e incluso la muerte. A menudo carecen de acceso a aire acondicionado, electricidad confiable o espacios públicos con sombra.
Soluciones Verdes y Cooperación Global
“La injusticia climática es muy clara aquí”, añade Liao. “Las personas que menos contribuyen a las emisiones globales son las que más sufren, y al mismo tiempo tienen menos recursos para adaptarse”. Sin embargo, existen soluciones. Según Azaz, intervenciones simples y adaptadas localmente pueden ser muy efectivas para combatir el calor urbano. “Cualquier cobertura verde ayuda a enfriar las áreas urbanas”, afirma. “Los jardines en las azoteas son una solución prometedora, y pintar las fachadas y los techos de los edificios de blanco puede reflejar el calor y reducir la absorción”.
Reda Ali, profesor asistente de ingeniería ambiental y experto en política climática del Instituto de Investigación Costera en Alejandría, Egipto, coincide en el potencial de las soluciones basadas en la naturaleza para combatir el calor urbano. “Las soluciones basadas en la naturaleza pueden proporcionar múltiples beneficios, incluyendo la reducción de temperaturas, la mejora de la biodiversidad urbana y el aumento de la calidad de vida de los residentes”, explica Ali. “Sin embargo, estas soluciones requieren compromiso político e inversiones significativas, especialmente en el Sur global”. Ali, quien tampoco participó en el estudio, enfatiza la importancia de integrar la adaptación climática en las políticas públicas, abogando por planes de acción contra el calor, infraestructura sostenible y desarrollo inclusivo para proteger a las comunidades de bajos ingresos.
Los autores del estudio hacen un llamado a una mayor cooperación internacional y apoyo financiero, particularmente a través de mecanismos como el Fondo Verde para el Clima, para ayudar a las ciudades de países de ingresos bajos y medios a desarrollar infraestructura resiliente al clima. “Las ciudades necesitan solidaridad global”, añade Ali. “La inversión debe canalizarse hacia las áreas urbanas que están creciendo rápidamente pero que carecen de los medios para adaptarse al calor extremo”. Liao concluye: “No hay una solución única para todos. Cada ciudad debe adaptar su estrategia a su clima, recursos y etapa de desarrollo”.