Minsal confirma detección de primer caso de influenza H3N2 en Chile

La vigilancia genómica en Chile ha dado un paso previsible, pero no por ello menos relevante, en el control de las enfermedades respiratorias. El Ministerio de Salud (Minsal), a través del Instituto de Salud Pública (ISP), confirmó recientemente el hallazgo del subclado K de la influenza A(H3N2). Si bien la noticia podría generar alarma en un contexto de pospandemia, las autoridades sanitarias han sido enfáticas en señalar que esta detección era un evento esperado dentro del comportamiento epidemiológico global del virus, especialmente considerando que esta variante genética ha circulado con fuerza en diversas latitudes desde agosto de 2025.

El reporte oficial indica que la identificación de esta variante fue posible gracias a una intensificación en las tareas de secuenciación de muestras durante las últimas semanas. Este esfuerzo técnico del ISP permite mapear con precisión quirúrgica cómo el virus muta y se desplaza por el territorio nacional. Aunque la actividad general de la influenza en Chile muestra un descenso sostenido, la aparición de nuevas cepas es una constante que los sistemas de monitoreo están preparados para procesar. De hecho, el Minsal adelantó que es altamente probable que en los próximos días se confirmen nuevos casos positivos para este subclado a medida que se liberen los resultados de los análisis pendientes.

Vigilancia activa y respuesta clínica

La doctora María Luz Endeiza, infectóloga pediátrica y jefa del Vacunatorio de Clínica Universidad de los Andes, aporta una perspectiva necesaria sobre la naturaleza de estos cambios. «Los virus de influenza, por definición, son inestables. Mutan constantemente en un proceso que llamamos deriva antigénica», explica la especialista. Según su análisis, el hecho de que el subclado K esté presente en Chile no debe interpretarse como una falla en la estrategia, sino como el resultado natural de la interconexión global. «Lo relevante no es solo detectar la cepa, sino observar si esta evade la protección de las vacunas actuales o si genera cuadros más severos, algo que hasta ahora no se ha evidenciado», añade.

A pesar de la confirmación técnica de la variante, el panorama clínico en los centros asistenciales se mantiene bajo control. Las autoridades han subrayado que, hasta la fecha, no se ha registrado un incremento en la gravedad de los síntomas presentados por los pacientes ni un aumento en la presión sobre la red de hospitalizaciones relacionada específicamente con la influenza A(H3N2). Esta estabilidad es consistente con los informes emitidos por organismos internacionales de salud en otras regiones del mundo donde el subclado K ya ha completado sus ciclos de mayor circulación.

Una visión académica

Desde la academia, la visión es de cautela informada. El doctor Ignacio Silva, infectólogo y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago (USACH), recalca la importancia de no bajar la guardia pese al descenso estacional de casos. «El sistema de vigilancia genómica en Chile es robusto y nos permite anticiparnos. El subclado K es una pieza más del rompecabezas de la influenza estacional. Lo fundamental hoy es entender que, aunque el virus cambie de ‘apellido’ genético, los mecanismos de transmisión y, sobre todo, de prevención, siguen siendo exactamente los mismos», señala el experto.

Para Silva, el monitoreo estrecho de estas variantes es vital para la formulación de las vacunas del próximo año. «Cada hallazgo que hace el ISP alimenta la base de datos global de la Organización Mundial de la Salud. Esto permite que la industria farmacéutica ajuste las fórmulas de las vacunas de la próxima temporada para que coincidan lo mejor posible con los virus que realmente están circulando en el hemisferio sur», explica, vinculando la detección técnica con la salud pública práctica.

Prevención y responsabilidad ciudadana

Ante este escenario, el llamado desde el edificio de calle Enrique Mac Iver es a la calma, pero también a la acción preventiva. El Minsal ha reiterado la urgencia de que los grupos de riesgo completen sus esquemas de vacunación. Esta recomendación no es trivial: los adultos mayores de 65 años, las mujeres embarazadas, los niños de entre seis meses y cinco años, y las personas con patologías crónicas son quienes enfrentan los mayores peligros de complicaciones derivadas de cualquier cepa de influenza, incluido el subclado K.

Más allá de la inmunización, el comportamiento individual sigue siendo la primera línea de defensa. El lavado frecuente de manos, el uso de pañuelos desechables o el antebrazo al toser —la denominada etiqueta respiratoria— y, fundamentalmente, la decisión de permanecer en casa ante la aparición de síntomas, son medidas que cortan la cadena de transmisión. En un Chile que ha aprendido a convivir con la incertidumbre viral, la detección de una variante genética no es un aviso de crisis, sino un recordatorio de que la ciencia local está operando a plena capacidad para proteger a la población.

El Ministerio de Salud ha asegurado que mantendrá canales abiertos y transparentes para informar sobre cualquier variación significativa en la situación epidemiológica. Mientras tanto, el sistema de salud continúa su labor silenciosa de secuenciación y vigilancia, confirmando que la infraestructura técnica del país es capaz de identificar los desafíos sanitarios antes de que se conviertan en emergencias, manteniendo siempre el foco en la prevención comunitaria y la excelencia científica.

Pablo Ortiz
Pablo Ortiz

Periodista cultural. Cafeinómano y a veces esclavo del FOMO.