La Unión Europea pone en marcha la primera Ley Integral de Inteligencia Artificial del mundo

La Unión Europea (UE) ha formalizado la aprobación definitiva de su Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), tras años de intensos debates técnicos y políticos. Esta legislación —publicada oficialmente el 12 de julio de 2024 y en vigor desde el 1 de agosto del mismo año— constituye el primer marco legal integral del mundo diseñado para regular el desarrollo y uso de la inteligencia artificial. Su objetivo: equilibrar la innovación con la protección de los derechos fundamentales, la seguridad pública y la transparencia algorítmica.

Más que una regulación regional, el AI Act establece un precedente global, llamado a influir en legislaciones de América, Asia y otras regiones, en lo que analistas ya denominan el nuevo “Efecto Bruselas”.

Un enfoque basado en riesgos

El núcleo de la ley se sustenta en un enfoque de gestión de riesgos, que clasifica los sistemas de IA según el impacto potencial que puedan causar.

Las categorías van desde “riesgo inaceptable” —que conlleva prohibición total— hasta “riesgo limitado”, que solo exige obligaciones de transparencia básicas. Este sistema busca evitar una sobre-regulación de usos inofensivos, concentrando los mayores controles en aplicaciones que puedan afectar derechos o seguridad.

El texto prohíbe expresamente los sistemas de “puntuación social” (social scoring) y las prácticas de manipulación del comportamiento de las personas, consideradas incompatibles con los valores democráticos de la UE.

Mientras tanto, los sistemas catalogados como de alto riesgo —como los usados en salud, justicia, educación, empleo o control migratorio— deberán someterse a evaluaciones de conformidad, trazabilidad de datos, supervisión humana y auditorías antes de entrar al mercado europeo.

Fases de implementación y desafíos para la industria

Aunque el reglamento ya está en vigor, su aplicación será gradual.

Las prohibiciones generales entrarán en vigor en febrero de 2025.

Las normas para modelos de propósito general (GPAI), como ChatGPT o Gemini, comenzarán a regir el 2 de agosto de 2025.

Y los requisitos completos para sistemas de alto riesgo integrados en productos se aplicarán desde agosto de 2027.

Este calendario de tres años busca dar tiempo a empresas y autoridades para adaptarse. Sin embargo, las grandes tecnológicas y las startups europeas ya enfrentan una carga considerable de cumplimiento. Expertos advierten que la documentación, evaluación continua y supervisión humana exigidas supondrán costos operativos inéditos para el sector.

Uno de los requisitos más relevantes —y costosos— es precisamente la supervisión humana: los sistemas de alto riesgo deberán estar diseñados de modo que una persona pueda intervenir, corregir o anular decisiones automáticas, garantizando rendición de cuentas y evitando daños irreversibles.

El debate sobre la biometría y la seguridad pública

El uso de identificación biométrica remota en tiempo real en espacios públicos fue el punto más polémico del proceso legislativo.

Aunque inicialmente se buscó una prohibición total, las negociaciones introdujeron excepciones estrictas que permiten su uso solo por fuerzas del orden, en casos como la búsqueda de víctimas desaparecidas o la prevención de atentados terroristas, y siempre bajo autorización judicial previa.

Estas excepciones fueron defendidas por varios gobiernos como necesarias para la seguridad, pero organizaciones de derechos humanos advierten que podrían abrir una puerta a la vigilancia masiva, erosionando gradualmente las libertades civiles.

El equilibrio entre seguridad y privacidad sigue siendo, por tanto, uno de los puntos más observados en la implementación del reglamento.

Cumplimiento, supervisión y armonización

Para garantizar la aplicación coherente de la ley, la UE creó la Oficina Europea de Inteligencia Artificial (European AI Office), encargada de coordinar las autoridades nacionales y establecer guías comunes.

Este organismo también trabajará en la armonización regulatoria entre los 27 Estados miembros, un reto clave para evitar diferencias interpretativas que puedan distorsionar el mercado único.

El AI Act contempla multas de hasta el 7 % de la facturación global de una empresa por infracciones graves, una sanción comparable o incluso superior a la prevista por el GDPR.

Sin embargo, su aplicación práctica dependerá de la capacidad de los países miembros para fiscalizar de forma uniforme y efectiva.

El nuevo “efecto Bruselas”

Como ocurrió con el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), el impacto del AI Act trasciende fronteras.

Cualquier empresa, sin importar su país de origen, que desee ofrecer servicios de IA en el mercado europeo, deberá cumplir con estos estándares.

Por razones de eficiencia y coherencia, muchas multinacionales optarán por adoptar las normas europeas a nivel global, exportando de facto la regulación de Bruselas al resto del mundo.

Una Europa que busca liderar con ética

Con la entrada en vigor del AI Act, la Unión Europea refuerza su posición como líder normativo mundial en tecnología.

El reglamento no pretende frenar la innovación, sino orientarla hacia un futuro digital donde la ética, la transparencia y la seguridad humana sean pilares irrenunciables.

Si bien su implementación plena se extenderá hasta 2027, el mensaje político es claro: Europa quiere que la inteligencia artificial del siglo XXI sirva a las personas, y no al revés.

¡Comparte esta publicación!
Nicolás Verdejo
Nicolás Verdejo

Periodista. Director de Under Express.