José Antonio Kast respalda acciones externas para terminar con régimen de Maduro

El mapa político de Sudamérica ha experimentado un giro tectónico esta semana. José Antonio Kast, en su calidad de presidente electo de Chile, ha elegido Buenos Aires como su primera escala internacional, consolidando una alianza estratégica con su homólogo argentino, Javier Milei. Durante esta visita oficial, el líder chileno no solo trazó las coordenadas de su futura política exterior, sino que escaló la tensión diplomática con Caracas al manifestar un respaldo explícito a cualquier acción que ponga fin a la gestión de Nicolás Maduro, a la que calificó sin ambages como una dictadura.

En un punto de prensa conjunto en la Casa Rosada, Kast fue consultado sobre la posibilidad de una intervención militar externa en Venezuela. Aunque reconoció las limitaciones operativas de Chile —»somos un país pequeño», admitió—, su respuesta dejó poco margen a la interpretación: «Si alguien lo va a hacer, que tenga claro que nos soluciona a nosotros y a toda Latinoamérica un problema gigantesco». Estas declaraciones ocurren en un contexto de máxima presión por parte de la administración de Donald Trump, que ha intensificado el despliegue militar en el Caribe y la incautación de crudo venezolano, endureciendo un cerco que Kast parece validar como una salida necesaria.

La reacción desde el Palacio de Miraflores no se hizo esperar. En su habitual espacio televisivo, Nicolás Maduro lanzó una ofensiva verbal directa, tildando al mandatario electo de «seguidor de Hitler» y «pinochetista confeso». La retórica de Maduro, cargada de advertencias sobre el trato a los ciudadanos venezolanos residentes en territorio chileno, subraya la fractura ideológica que dividirá a la región a partir del próximo 11 de marzo, cuando Kast asuma formalmente el mando tras el periodo de Gabriel Boric.

Alianzas regionales y la crisis migratoria

Uno de los puntos críticos de la agenda en Buenos Aires fue la gestión de la crisis migratoria, que afecta a Chile con una población estimada de 300.000 inmigrantes en situación irregular. Kast propuso la articulación de un «corredor humanitario de devolución», una iniciativa que busca coordinar con líderes de Bolivia, Perú, Ecuador y Centroamérica el retorno masivo de ciudadanos a sus países de origen. «Todos tienen plena conciencia de que la situación que se vive en Venezuela es inaceptable», afirmó el líder republicano, sugiriendo que existe un consenso tácito entre varios mandatarios sobre la insostenibilidad del actual flujo migratorio.

A pesar de la firmeza de su discurso, Kast matizó que no habrá expulsiones masivas inmediatas al inicio de su mandato debido a la falta de capacidad logística del Estado. No obstante, envió un mensaje disuasorio a quienes se encuentran en situación irregular, instándolos a abandonar el país voluntariamente para postular nuevamente por vías legales. Esta postura marca un quiebre con la política migratoria previa y se alinea con la narrativa de «seguridad y orden» que fue el motor de su campaña electoral.

Para Alejandro Frenkel, especialista en Relaciones Internacionales de la Universidad de San Martín, el triunfo de Kast no es un hecho aislado, sino la confirmación de un avance sostenido de las derechas alternativas en el Cono Sur. Según Frenkel, esta nueva configuración posiciona a la región dentro de una órbita global donde figuran nombres como Giorgia Meloni en Italia o el partido Vox en España. «Milei ya no es el único líder populista de derecha alineado con la agenda conservadora de Occidente en esta parte del mundo», analiza el académico, proyectando un bloque sólido que buscará redefinir los organismos multilaterales latinoamericanos.

Seguridad transnacional y el eje Santiago-Buenos Aires

Más allá de la retórica política, la reunión en la Casa Rosada sirvió para establecer prioridades técnicas en materia de seguridad y combate al crimen organizado transnacional. Tanto Kast como Milei coinciden en que la porosidad de las fronteras ha facilitado la expansión de bandas criminales que operan a escala regional. Este enfoque de «mano dura» se complementará con incentivos para el fomento del comercio y las inversiones bilaterales, áreas en las que, a pesar de los cambios de signo político, Argentina y Chile han mantenido una relación histórica de pragmatismo y cooperación.

La solidez del vínculo quedó sellada con el anuncio de que Javier Milei asistirá personalmente a la ceremonia de cambio de mando en Santiago. Este gesto de reciprocidad política refuerza la idea de un eje estratégico que busca contrapesar la influencia de los gobiernos de izquierda que aún predominan en otras latitudes del continente. La convergencia en defensa de «la vida, la libertad y la propiedad privada» —lema que Milei utilizó para felicitar a Kast tras su victoria— se perfila como el nuevo paradigma de la diplomacia chileno-argentina.

No obstante, expertos sugieren que el pragmatismo económico podría imponerse sobre la ideología en el largo plazo. A pesar del «reacomodamiento» del mapa político, la interdependencia en infraestructura, salud y educación sugiere que los cambios estructurales en la relación bilateral serán moderados. El verdadero desafío para Kast será equilibrar su agenda de reformas internas con la presión de un entorno regional que, aunque muestra signos de giro a la derecha, sigue siendo profundamente volátil y marcado por crisis humanitarias de compleja resolución.

Pablo Ortiz
Pablo Ortiz

Periodista cultural. Cafeinómano y a veces esclavo del FOMO.