Exitosamente despegó misión no tripulada de la NASA a Marte

El rugido del cohete New Glenn, de la compañía Blue Origin, resonó en Cabo Cañaveral a las 15:55 horas de Florida (21:55 CET) de este jueves, marcando no solo el inicio de una crucial misión de la NASA hacia Marte, sino también un hito técnico largamente anhelado por la empresa fundada por Jeff Bezos. Tras días de tensa espera y aplazamientos, el lanzamiento no tripulado de las dos sondas ESCAPADE se consolidó como un éxito rotundo.

Sin embargo, el verdadero clímax de la jornada, aquel que desató vítores y aplausos en el centro de control, ocurrió minutos después: el propulsor del cohete de 98 metros de altura, bautizado internamente como Never Tell Me the Odds, ejecutó una impecable maniobra de descenso. Aterrizó con una precisión milimétrica en la plataforma flotante dispuesta en el Atlántico, un logro que certifica la reutilización del componente más costoso del vehículo.

Esta proeza técnica coloca formalmente a Blue Origin en la vanguardia de la ingeniería espacial de vehículos pesados, un club exclusivo que hasta ahora solo dominaba su archirrival: SpaceX, propiedad del también multimillonario Elon Musk. El segundo vuelo del New Glenn fue, por lo tanto, una declaración de principios en la intensa y multimillonaria carrera por el cosmos.

El desafío de la reutilización y la competencia feroz

La recuperación del propulsor, un desafío que requiere una coordinación balística y de propulsión de extrema complejidad, no es solo un adorno tecnológico; es la llave maestra para reducir drásticamente los costos de acceso al espacio. Esta capacidad permite a Blue Origin competir de igual a igual con el gigante de Musk, especialmente en el contexto de las lucrativas licitaciones gubernamentales de la agencia espacial estadounidense.

De hecho, la gesta se produce en un momento de creciente tensión por los futuros contratos de la NASA, incluyendo el codiciado programa lunar. Figuras clave de la competencia no tardaron en manifestar su respeto. El propio Elon Musk, utilizando su plataforma X (antes Twitter), envió una felicitación pública: “¡Enhorabuena, @JeffBezos y al equipo de @BlueOrigin!”. El gesto fue secundado por ejecutivos de SpaceX, como Jon Edwards, jefe de lanzamientos del cohete Falcon, quien escribió: «Recuperar un cohete orbital es extremadamente difícil. ¡Bien hecho!».

Esta rivalidad, que trasciende lo empresarial para instalarse en el plano del ego de dos de los hombres más ricos del planeta, es en realidad un motor de innovación que acelera el ritmo de la exploración interplanetaria. La NASA, por su parte, ve con buenos ojos el aumento de actores capaces de ofrecer servicios de lanzamiento fiables y reutilizables, lo que potencialmente abarata y flexibiliza el despliegue de su agenda científica más allá de la órbita terrestre.

Misión Escapade: bajo presupuesto y máximo impacto científico

La carga principal a bordo del New Glenn es la misión ESCAPADE (Escape and Plasma Acceleration and Dynamics Explorers) de la NASA, un proyecto compuesto por dos pequeñas sondas gemelas, bautizadas cariñosamente como «Blue» y «Gold». Esta misión destaca por su filosofía de «alto valor y bajo costo», parte del programa SIMPLEx de la agencia, con un presupuesto que se mantiene por debajo de los 100 millones de dólares, una fracción de lo que suelen costar otros proyectos marcianos, que pueden superar los 300 o 600 millones.

La ambición científica de Blue y Gold es proporcional a su eficiencia económica. Su objetivo central es mapear, por primera vez de forma simultánea, la interacción entre el viento solar y el débil campo magnético de Marte. Esto proporcionará una «perspectiva estereoscópica», según explicó la subdirectora de la misión, Shaoxui Xu, y permitirá a los científicos entender de manera tridimensional el fenómeno del escape atmosférico.

Comprender cómo Marte perdió la mayor parte de su atmósfera, transformándose de un mundo potencialmente húmedo a uno árido y hostil, es fundamental no solo para reconstruir su pasado climático. También es crucial para planificar las futuras misiones tripuladas, proporcionando datos esenciales sobre el comportamiento del plasma y los riesgos de radiación para los eventuales astronautas que se aventuren a colonizar el planeta rojo.

Trayectoria inédita: el rodeo cósmico de Blue y Gold

La misión ESCAPADE no solo innova en su presupuesto y ciencia, sino también en su ruta. Frente a los retrasos, que incluyeron un aplazamiento por mal tiempo en la Tierra y otro por fallas técnicas no especificadas el día del lanzamiento, el equipo de Advanced Space LLC, socio de la NASA, implementó una «estrategia orbital inédita» diseñada para no depender de la ventana de transferencia óptima que ocurre solo cada 26 meses.

Inicialmente, las sondas no apuntarán directamente al Planeta Rojo. Según Joseph Westlake, heliofísico de la NASA, las naves buscarán primero una “órbita de estacionamiento benigna y segura”. Su destino inicial es el Punto de Lagrange 2 (L2) del sistema Tierra-Sol, un punto de equilibrio gravitacional a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta. Allí, aguardarán en órbitas elípticas por cerca de un año, dedicadas a realizar mediciones de «clima espacial» en la Tierra mientras esperan la alineación ideal.

Esta astuta maniobra permite una flexibilidad logística sin precedentes, abriendo la puerta a misiones interplanetarias mucho más frecuentes en el futuro. Una vez que los planetas alcancen la configuración óptima, a fines de 2026, las gemelas Blue y Gold utilizarán la gravedad terrestre para un impulso final, catapultándose hacia Marte, donde está prevista su llegada y posterior inserción orbital en septiembre de 2027.

La advertencia solar y el futuro de la colonización

El aplazamiento más notable que sufrió el lanzamiento fue el provocado por la «actividad solar muy elevada». Una intensa tormenta geomagnética, que sacudió el planeta el miércoles anterior al despegue, obligó a la NASA a suspender la cuenta regresiva, pues la radiación podía dañar o afectar los sistemas electrónicos de las sondas.

Este retraso sirvió como un recordatorio sombrío de que, pese a los avances de la ingeniería y la ambición de las corporaciones privadas, la exploración espacial sigue supeditada a los límites del entorno cósmico. El desenlace, tras días de incertidumbre y cuidadosa evaluación, demostró cómo la tecnología y la ciencia espacial deben adaptarse a los ritmos y las limitaciones que impone el Sol.

Finalmente, con el propulsor del New Glenn recuperado y las sondas ESCAPADE en su trayectoria inicial hacia L2, Blue Origin no solo ha igualado a su competidor en un hito técnico, sino que ha reforzado su posición en la búsqueda de la Luna y, en última instancia, en el horizonte a largo plazo de la colonización humana. La misión no tripulada de la NASA es, en esencia, un pequeño paso científico que nos acerca a descifrar el destino de nuestro vecino cósmico y, con ello, a la posibilidad de habitarlo.

Pablo Ortiz
Pablo Ortiz

Periodista cultural. Cafeinómano y a veces esclavo del FOMO.