Elecciones: Parisi sorprende y redefine la contienda entre Jara y Kast

Las elecciones chilenas tienen finalmente un resultado: la 2da vuelta presidencial, fijada para el próximo domingo 14 de diciembre, será un pulso ineludible entre dos proyectos de país diametralmente opuestos. La exministra del presidente Boric, Jeannette Jara, militante del Partido Comunista y abanderada de Unidad por Chile, se enfrentará al ultraderechista José Antonio Kast, líder del Partido Republicano. Esta definición no solo confirma la polarización del mapa electoral, sino que también revela la fragilidad de los pronósticos y la consolidación de un voto antisistema que nadie vio venir.
Con el 52,39% de los sufragios escrutados este domingo, el Servicio Electoral (Servel) confirmó que Jara obtuvo el primer lugar, aunque con un porcentaje que distó de las proyecciones más optimistas del oficialismo. La candidata de centro-izquierda alcanzó el 26,58% de las preferencias, un margen ajustado que la dejó lejos del ansiado 30% que diversas encuestas preveían antes del inicio de la veda. Kast, por su parte, se consolidó en el segundo puesto con el 24,32%, superando a la derecha tradicional y afianzando su posición como el referente opositor.
Pero el verdadero sismo electoral se registró en el tercer lugar. De forma sorprendente, el economista Franco Parisi, representante del Partido de la Gente (PDG), capturó un robusto 18,84% de los votos. Este caudal, que duplica los resultados que se le asignaban en buena parte de los sondeos, no solo catapultó a Parisi al centro de la conversación, sino que también dejó en evidencia la desafección de una parte significativa del electorado con los bloques históricos. De la misma forma, Jara se impuso en el exterior, capturando el 54,5% de los votos internacionales según datos oficiales citados por El Mercurio, un dato que, si bien simbólico, subraya la proyección de la izquierda chilena en las diásporas.
El desafío de la polarización extrema
El escenario para el balotaje no podría ser más complejo, marcado por una aritmética de bloques que pone en entredicho el liderazgo de Jara. Si se suman los votos obtenidos por Kast, la candidata de Chile Vamos, Demócratas y Amarillos, Evelyn Matthei (quinto lugar con 13,2%), y el ultraderechista radical Johannes Kaiser (cuarto lugar con 13,9%), se configura un conglomerado opositor que roza el 53% del total. Tal como señaló un análisis de Emol poco después de los conteos preliminares, Kast se impuso con claridad en una suerte de «primaria de la derecha», demostrando que, aunque la dispersión fue alta, el espíritu conservador y de orden sigue siendo mayoritario.
La gran interrogante que se abrió inmediatamente fue la estrategia de los sectores derrotados. Evelyn Matthei reconoció públicamente su revés electoral, quedando lejos de las expectativas que la situaban incluso con opciones de balotaje. Aunque inicialmente la candidata de la UDI (partido que integra Chile Vamos) se limitó a señalar que iría a felicitar a Kast en su comando, el peso de la coalición y la necesidad de frenar el avance de la izquierda oficialista precipitaron un respaldo más explícito.
En un gesto que buscaba cerrar filas y evitar la diáspora de votos, la propia Matthei instó a su electorado a inclinarse por Kast, argumentando que era imperativo «que no continúe este gobierno en el poder», según reportó Yahoo Noticias en horas de la noche. A este llamado se sumó con entusiasmo Johannes Kaiser, quien, al visitar el búnker de Kast, afirmó categóricamente que “votar por José Antonio Kast hoy en día es votar por Chile”, uniendo de forma explícita las distintas vertientes de la derecha bajo una única bandera para el 14 de diciembre.
Aritmética fragmentada de la oposición
La coalición Unidad por Chile, liderada por Jara, se encuentra ahora ante la difícil tarea de cautivar a los votantes del centro y, fundamentalmente, a aquellos seducidos por el discurso de Parisi. La estrategia, inevitablemente, pasa por desmarcarse aún más de la gestión del presidente Boric y atenuar el peso de su militancia comunista, un factor que el comando de Kast explotará hasta el límite, tal como lo hizo en el ciclo electoral anterior.
Para el Partido de la Gente, el resultado de Parisi es un éxito táctico que lo posiciona como un actor clave, pero cuyo capital político es inasible. El economista, conocido por su campaña mediática y su retórica fuertemente crítica contra la «élite» política tradicional, se negó a endosar a cualquiera de los candidatos que pasan a segunda vuelta. “Gánense los votos en la calle”, lanzó Parisi a Jara y a Kast, según recogió BBC News Mundo. Este rechazo a sumarse a cualquiera de los polos obliga a ambos finalistas a desplegar una ofensiva programática y territorial para captar a un electorado volátil y altamente reactivo al establishment.
El pivote del Partido de la Gente
El impacto del voto de Franco Parisi es el principal factor de incertidumbre en el análisis post-primera vuelta. Los votantes del PDG, a menudo jóvenes, urbanos y sin identificación política definida, son un grupo transversal que ya demostró en 2013 su inclinación por la segunda vuelta hacia la candidatura que representaba una alternativa al bloque hegemónico de centro-izquierda, aunque con matices. Un análisis del cientista político Gonzalo Müller, citado por Ex-Ante en un contexto electoral previo, sugería que parte de esa votación «populista» podría migrar hacia el sector que mejor capte el descontento, algo que históricamente ha beneficiado a la derecha en los balotajes chilenos.
Jara, por su parte, deberá encontrar la fórmula para consolidar un frente amplio que vaya más allá de su coalición. Esto implica la compleja tarea de atraer a sectores de centro que votaron por Matthei, al mismo tiempo que apela a la participación de los abstencionistas, que siempre han sido un factor decisivo en Chile. Su discurso de agradecimiento, en el que extendió «un abrazo fraterno a todos los que votaron por mí, y también a los que no lo hicieron. La democracia hay que cuidarla», marca la tónica inclusiva que buscará proyectar.
La batalla por la Presidencia de Chile se jugará en el margen de maniobra de ambos candidatos para atraer a los huérfanos electorales del centro y del populismo. El 14 de diciembre no solo se elegirá un presidente o presidenta, sino que se definirá si el país da un giro aún más profundo hacia la izquierda reformista, o si, por el contrario, opta por un reseteo conservador de «mano dura» en seguridad y un repliegue del Estado social. El choque de visiones es total y la tensión política, a un mes de la cita crucial, no hará más que escalar.


