Desierto de Atacama albergará el mayor proyecto solar del continente

Chile ha dado un golpe de timón en el mapa energético de América Latina al inaugurar las primeras etapas de «Oasis de Atacama», un megaproyecto que redefine las fronteras de la energía solar y el almacenamiento. Liderado por la firma española Grenergy y emplazado estratégicamente en la prístina radiación del desierto de Atacama, esta colosal iniciativa, con una inversión proyectada de 1.400 millones de dólares, se alza ya como la central fotovoltaica y de acumulación de energía más ambiciosa del continente, catapultando a la nación austral a la cúspide de la revolución energética regional.
Las dos primeras fases de este proyecto de vanguardia ya son una realidad tangible, marcando un hito significativo en la hoja de ruta nacional hacia un futuro energético más limpio y autónomo. Estas etapas iniciales han materializado la instalación de una vasta extensión de paneles solares con una capacidad combinada de 221 megavatios (MW). Paralelamente, se ha implementado un robusto sistema de almacenamiento energético basado en baterías, capaz de acumular hasta 1,2 gigavatios por hora (GWh) y suministrar energía de manera continua durante un lapso de 6,2 horas. Este despliegue tecnológico no solo inyecta una considerable cuota de energía limpia a la matriz eléctrica chilena, sino que también fortalece la estabilidad y la resiliencia del sistema ante las fluctuaciones inherentes a las fuentes renovables intermitentes.
Un impulso decisivo hacia la sostenibilidad energética
La puesta en marcha de estas fases iniciales del «Oasis de Atacama» resuena con fuerza en el panorama energético regional. Según un reciente informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), América Latina está experimentando un crecimiento exponencial en la adopción de energías renovables, con Chile liderando la avanzada gracias a políticas gubernamentales proactivas y a la abundancia de recursos naturales como la radiación solar en el desierto de Atacama. Este proyecto, en particular, se alinea con los objetivos de descarbonización y diversificación de la matriz energética chilena, tal como lo subraya el Ministerio de Energía en su última Estrategia Nacional de Energía 2050.
El horizonte de expansión del «Oasis de Atacama» se vislumbra aún más prometedor con la inminente entrada en operación de su tercera fase, programada para el segundo semestre de 2025. Esta nueva etapa añadirá 231 MW adicionales de capacidad solar fotovoltaica y robustecerá la capacidad de almacenamiento con 1,3 GWh extra en baterías de última generación. La continuidad de este desarrollo en la zona norte de Chile capitaliza las condiciones solares excepcionales del desierto más seco del mundo, un factor clave que maximiza la eficiencia y el rendimiento de la generación de energía solar.
El desierto de Atacama como epicentro de la energía del futuro
La elección estratégica del desierto de Atacama como emplazamiento de este megaproyecto no es casual. Esta región goza de los niveles de irradiancia solar más altos del planeta, lo que permite una captación de energía significativamente mayor en comparación con otras latitudes. Un estudio publicado en la revista «Renewable Energy» destaca el potencial sin igual del norte de Chile para la generación fotovoltaica, convirtiéndolo en un polo de atracción para inversiones en energías limpias a gran escala. Empresas como Grenergy están sabiendo leer este potencial, apostando por proyectos que no solo generan energía limpia, sino que también incorporan soluciones de almacenamiento avanzadas para garantizar un suministro constante y confiable.
Una vez que todas sus fases se completen, el «Oasis de Atacama» se consolidará como una central de energía renovable de proporciones inéditas en América Latina, alcanzando una asombrosa capacidad instalada de 2 gigavatios (GW) de energía solar y una capacidad de almacenamiento de 11 GWh. Esta magnitud no solo reafirma el liderazgo de Chile en la innovación energética y el almacenamiento a nivel regional, sino que también proyecta al país como un actor clave en la transición hacia un modelo energético global más sostenible e independiente. El impacto de este proyecto se extenderá más allá de las fronteras chilenas, sirviendo como un faro e inspirando iniciativas similares en otros países de la región que buscan aprovechar sus propios recursos naturales para construir un futuro energético más limpio y resiliente.