Boric en COP30: choque frontal contra negacionismo ambiental de Trump

En el corazón de la Amazonía brasileña, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP30, comenzó con una declaración que rompió la habitual diplomacia de los grandes foros multilaterales. El presidente de Chile, Gabriel Boric, elevó el tono de su discurso inaugural para confrontar directamente a una de las figuras más poderosas y polarizadoras de la política global: Donald Trump. Sin rodeos, y tras haberlo hecho ya en el foro APEC, el Mandatario chileno acusó al expresidente y actual aspirante a la Casa Blanca de “mentir” sobre la crisis ambiental, exigiendo a la comunidad internacional un viraje hacia el rigor científico.
La intervención del jefe de Estado chileno, cuyo mandato se acerca a su final en marzo, actuó como un pulso directo al negacionismo climático que ha tomado vuelo en diversas esferas políticas, especialmente en Estados Unidos. “Son tiempos en que surgen voces que deciden ignorar o negar la evidencia científica sobre la crisis climática”, espetó Boric ante los líderes congregados. Y la arremetida fue quirúrgica: “Sin ir más lejos, el presidente de los Estados Unidos en la última Asamblea General de la ONU dijo que la crisis climática no existe y eso es mentira”, sentenció, buscando forzar la discusión a un terreno de hechos irrefutables. La decisión de nombrar explícitamente a Trump, máximo representante de una potencia ausente en la cumbre, posicionó a Chile como una voz crítica y audaz en un espacio donde el pragmatismo político suele imponerse al imperativo moral.
El peso de estas palabras se ancla en una realidad científica que no admite pausas ni cortesías políticas. El más reciente Informe sobre la Brecha de Emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), lanzado pocos días antes del inicio de la COP30, ofreció un diagnóstico desolador que respalda la urgencia de Boric. En el documento, la ONU advirtió que el mundo camina hacia una superación «casi inevitable» del límite de 1,5 grados Celsius de calentamiento global en la próxima década, debido al progreso “insuficiente” de los países en el cumplimiento de sus compromisos. Esta brecha de ambición y acción —que el PNUMA describe con cifras que exigen recortes drásticos de emisiones— dota de contexto y fundamento a la crítica chilena.
Batalla por el valor de la ciencia
Lo que está en juego, según el líder chileno, trasciende la mera retórica. “Lo que está en juego es el desafío más importante para nuestra generación”, afirmó, instando a las naciones a “reivindicar el valor de la ciencia” como el único mapa confiable para la toma de decisiones. Boric puso el acento en la necesidad de unidad en la base del conocimiento: “Podremos tener discusiones legítimas sobre cómo enfrentar los hechos, pero no podemos negarlos, y en eso se requiere el liderazgo de la comunidad internacional”. Su mensaje resonó como una toma de posición frente a la desinformación y la politización de los datos.
A una década de la adopción del trascendental Acuerdo de París, el Mandatario lamentó la ineficacia global. “Tenemos que reconocer que como humanidad no hemos estado a la altura del desafío histórico que supone la crisis climática”, reflexionó con tono autocrítico. Sin embargo, su conclusión no se inclinó hacia el pesimismo, sino hacia un llamado a la acción inmediata. Boric urgió a la cumbre a ir más allá de la «resignación» y de la simple «ambición», exigiendo claridad en «cómo vamos a cumplir las metas que hasta nos hemos puesto porque las consecuencias de no hacerlo son realmente catastróficas».
La frontalidad de Boric, sin embargo, no fue inocua en el plano interno. La oposición en Chile había advertido antes del viaje sobre la inconveniencia de tensionar el vínculo con Washington, con miras a un posible cambio de administración que podría ser desfavorable a los intereses nacionales. La derecha chilena buscaba un perfil bajo para resguardar la relación bilateral, pero el Presidente optó por priorizar lo que considera la posición moral del Estado en la materia, incluso si implicaba un roce diplomático con la potencia del Norte.
Respaldo estatal y el frente global
Horas después de la intervención, la Cancillería chilena se movilizó para blindar al Presidente. Desde Belém do Pará, el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, fue enfático: la declaración de Boric no era una opinión personal, sino la postura oficial e inamovible del Estado de Chile. “La verdad es que la posición del Presidente es conocida, la ha señalado en varias ocasiones, y es la posición del Estado de Chile respecto del negacionismo en materia climática”, señaló el jefe de la diplomacia. Van Klaveren sostuvo que existe un “consenso muy amplio” en Chile respecto a la urgencia de la crisis, la cual ha generado «grandes desastres naturales y también ha contribuido a grandes incendios forestales».
El Canciller aprovechó, además, para globalizar el punto de su Mandatario, señalando que la denuncia al negacionismo no era una cruzada solitaria. Subrayó que otros líderes, incluso de naciones muy cercanas a Estados Unidos, habían levantado la misma bandera. El ministro citó, por ejemplo, al primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, quien también se encontraba en la COP30 y, según reportó la prensa internacional, desafió a los escépticos climáticos al mismo tiempo que admitía que el «consenso» sobre el tema había desaparecido en su propio país, reiterando su compromiso con la meta de cero emisiones netas. Esto confirmó que la posición chilena se inscribe en un frente internacional que busca aislar a las voces que pretenden desmantelar el Acuerdo de París.
La presencia de Boric en Belém, junto al anfitrión Luiz Inácio Lula da Silva y el colombiano Gustavo Petro, reafirma un liderazgo latinoamericano dispuesto a desafiar las narrativas negacionistas. A ellos se suman líderes europeos de la talla de Emmanuel Macron (Francia) y Keir Starmer (Reino Unido). Sin embargo, la sombra de la ausencia de los dos máximos responsables de las emisiones globales planea sobre la cumbre: el expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha formalizado su desvinculación de los informes de la ONU sobre el calentamiento global, y el presidente chino, Xi Jinping. La Casa Blanca de Trump, en un acto que subraya el tenor de la acusación de Boric, ha exigido a la ONU que su postura política sea registrada explícitamente en los documentos, manifestando que los acuerdos internacionales no deben ser una «carga indebida o injusta» para su país.
El reto de Belém ante la historia
La agenda de la COP30, que se extiende hasta este viernes, incluye sesiones plenarias y mesas de trabajo enfocadas en clima y naturaleza, transición energética y la revisión del Acuerdo de París. Diez años después de la firma del pacto, la cita en Belém se configura como un momento crucial para inyectar ambición en los planes de acción climática.
El desafío es titánico, pero la voz de Chile, a través de su Presidente, ha quedado grabada en el registro del foro. Boric no solo lamentó el fracaso colectivo, sino que ofreció una visión de futuro basada en la responsabilidad y la evidencia. El choque de Boric con Trump no es solo un duelo verbal entre un líder progresista saliente y una figura ultraconservadora, sino la escenificación de un conflicto global más profundo: la batalla entre quienes aceptan la ciencia como destino y quienes la reducen a una «mentira» política. Belém, por ahora, es el campo de batalla de esa confrontación histórica.


