Chile gira a la ultraderecha: José Antonio Kast gana la elección presidencial

El mapa político chileno ha sido reescrito con un trazo grueso e inequívoco. José Antonio Kast, el líder del Partido Republicano, se alzó este domingo 14 de diciembre con una victoria presidencial que no solo es contundente en lo numérico, sino histórica en sus implicancias. Los datos del Servicio Electoral de Chile (SERVEL) revelan una diferencia prácticamente irremontable, cimentando su triunfo con un 58,61% de las preferencias, frente al 41,39% obtenido por Jeannette Jara, la candidata de centroizquierda que no logró revertir la marea conservadora.
La diferencia de casi veinte puntos porcentuales—un abismo en cualquier balotaje moderno, y más aún en un país habituado a la polarización ajustada—, marca el fin de cuatro años de gobierno progresista y consolida un viraje drástico hacia la derecha. La elección de Kast, abogado y exdiputado ultracatólico, significa el arribo a La Moneda del primer líder abiertamente Pinochetista desde el retorno a la democracia en 1990, un símbolo del profundo hartazgo de un electorado chileno que priorizó el orden y la seguridad por sobre las promesas de transformación social.
El mensaje de las urnas es claro y resuena más allá de la cordillera. Kast, de 59 años, se suma a la ola de líderes de extrema derecha que han reconfigurado el tablero global, capitalizando el sentimiento de crisis en seguridad, migración y economía. Su victoria no es solo un fenómeno local, sino un eco regional que subraya la frustración con los modelos de gobernanza progresistas que han dominado la política reciente en parte de Sudamérica.
El gesto de la derrota y el debate regional
Tras confirmarse la tendencia, la candidata Jeannette Jara reconoció la derrota con la celeridad que exige la tradición democrática chilena. La llamada al presidente electo, José Antonio Kast, y su posterior mensaje en redes sociales confirmaron el cierre de un ciclo. “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo para desearle éxito por el bien de Chile”, señaló Jara en su cuenta de X, un gesto que, si bien protocolar, enfatiza la dimensión de su fracaso a la hora de convencer al electorado con su propuesta de continuidad y profundización de las reformas.
El contraste entre la aspiración de la centroizquierda y la realidad de la votación subraya la fallida estrategia de movilización del voto moderado. Kast, por su parte, logró expandir su base más allá del núcleo duro del Partido Republicano, atrayendo a votantes que buscan soluciones perentorias a problemas urgentes. La insistencia en conceptos como la ley y el orden, el control fronterizo estricto y la liberalización económica caló hondo en sectores que se sentían desamparados por el Estado.
El triunfo de Kast ha sido percibido inmediatamente como un hito continental. Desde Colombia, políticos conservadores como el expresidente Iván Duque, citado por El Tiempo, no tardaron en celebrar la noticia. Duque felicitó a Kast, destacando que el pueblo chileno reafirmó su compromiso con la “Democracia, la libertad y el Estado de Derecho”. Además, voces como la de la senadora María Fernanda Cabal interpretaron la victoria como un paso más en la derrota del “comunismo en Latinoamérica”, utilizando el resultado chileno para proyectar un cambio de signo en otros países de la región, lo que refleja la polarización ideológica en ascenso.
La promesa de la «mano dura» y el neoliberalismo
El programa con el que Kast se apresta a asumir el mando el próximo 11 de marzo promete ser una ruptura radical con el statu quo. La carta de navegación incluye un programa económico de “megarecortes” y una implementación de «mano dura» contra la delincuencia y la migración irregular, los dos ejes que dominaron su discurso de campaña. Su principal bandera es la creación de un «Gobierno de emergencia» dedicado a solucionar lo que él describe como la peor crisis de seguridad que vive el país.
El detalle económico de su propuesta, que incluye la ambiciosa meta de reducir la tasa de impuestos corporativos del 27% al 17%, ha generado un optimismo palpable en el mercado financiero. Según un análisis de Ex-Ante, que citó a Benito Berber, economista jefe para las Américas de Natixis, los mercados internacionales ya daban por descontada su victoria, considerando su programa como “pro-crecimiento”. Esta percepción positiva se tradujo en una valorización de los activos locales, con proyecciones de fortalecimiento del peso chileno (CLP) y un repunte en la Bolsa de Santiago (IPSA), una reacción típica ante las propuestas de desregulación y baja de impuestos.
Sin embargo, el camino para Kast no estará exento de complejidades, especialmente a nivel legislativo. Si bien el Congreso Nacional de Chile ha girado hacia la derecha, el balance de fuerzas, según analistas post-primera vuelta, no le otorga al Partido Republicano una mayoría absoluta que le permita avanzar en las transformaciones de profundidad que promete. Esto plantea la necesidad de una negociación constante con sectores de la derecha tradicional, un desafío para un líder conocido por su postura inflexible.
Un mandato basado en el orden
La promesa de seguridad, con el «Plan Escudo Fronterizo» y el enfoque en el combate al crimen organizado, fue el imán que atrajo a millones de votantes. En un contexto de alta preocupación ciudadana por los delitos violentos y el impacto de la migración no regulada, la figura del abogado ultracatólico se erigió como la única capaz de restablecer el orden perdido, incluso con discursos que rozaron los límites del consenso democrático.
La contundencia de la victoria de Kast, con el mayor porcentaje de votos de la derecha desde el plebiscito de 1988, obliga a una profunda reflexión a la clase política chilena, especialmente a la izquierda, sobre la desconexión con las prioridades de gran parte del electorado. El resultado de este 14 de diciembre de 2025 sella un periodo de profunda incertidumbre y abre las puertas a un experimento político y económico que buscará desmantelar el modelo de Estado que se había intentado construir en el último lustro.
El Chile que despertó hoy se encuentra ante un nuevo escenario, marcado por un liderazgo que promete ser implacable en la restauración de un orden que, para sus votantes, representa la única vía posible hacia el progreso. La gestión de Kast, a partir de marzo, será observada con lupa, tanto por los mercados que le dan su espaldarazo, como por la región que ve en Chile un nuevo y poderoso pivote conservador.


