Putin eleva el tono: «Si Europa quiere guerra con Rusia, estamos listos»

El presidente ruso, Vladímir Putin, ejecutó este martes una de sus maniobras retóricas más agresivas de los últimos años, enviando una advertencia helada a las capitales europeas. Justo en la antesala de una reunión crucial con emisarios de la Casa Blanca en Moscú, el líder del Kremlin afirmó que, si bien Rusia no tiene intenciones de combatir contra el continente, está «lista inmediatamente» para un conflicto directo si la ofensiva parte desde Occidente.
La declaración, de alto voltaje geopolítico, buscó establecer la postura rusa como firme e inamovible, justo cuando la diplomacia estadounidense busca reactivar un plan de paz para Ucrania. «No tenemos intención de combatir contra Europa, lo he dicho 100 veces, pero si Europa quiere y empieza, estamos listos inmediatamente», amenazó Putin ante la prensa en Moscú, desestimando la retórica de defensa que emana desde Bruselas y París. El mensaje no solo es una amenaza, sino un intento calculado de fracturar el consenso occidental, exponiendo la tensión entre la línea de confrontación europea y la agenda negociadora impulsada por Washington.
La coyuntura de estas palabras no es casual. Putin las articuló minutos antes de reunirse con los enviados especiales estadounidenses Steve Witkoff y Jared Kushner en el Kremlin, quienes llegaron a Rusia para abordar los términos de un plan propuesto por la Casa Blanca para poner fin al largo conflicto en Ucrania. La simultaneidad de la amenaza militar y la apertura a la negociación diplomática subraya la estrategia de Moscú: forzar los términos de la paz desde una posición de percibida fortaleza militar, mientras se demoniza a los socios europeos de Kiev.
El velo de la derrota estratégica
En su discurso, el mandatario ruso apuntó directamente a la dirigencia del Viejo Continente, acusándola de vivir bajo la «ilusión» de poder asestar una «derrota estratégica a Rusia». Esta frase, que se ha convertido en un eje de la retórica del Kremlin, busca deslegitimar el apoyo militar y económico sostenido que la Unión Europea (UE) y la OTAN han brindado a Ucrania.
Putin fue categórico al señalar que Europa carece de una «agenda de paz» y que, por el contrario, está «del lado de la guerra». Esta crítica encuentra eco en análisis recientes que sugieren un cambio de paradigma dentro de la UE. De hecho, analistas como Fernando Estenssoro, académico de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), han señalado en medios como El Mostrador que la UE «perdió la apuesta» en su intento inicial de buscar una «derrota militar» decisiva de Rusia, dejando a Europa en un papel secundario frente a la mediación de Washington. Esta perspectiva respalda la visión de Moscú de que la estrategia europea ha fracasado en el campo de batalla.
El problema de fondo para la diplomacia europea, según las declaraciones de Putin, es la desconexión de Bruselas con la «realidad, con base en la situación sobre el terreno». Esta realidad, desde la óptica rusa, se traduce en el avance de sus fuerzas, incluyendo la reciente y reivindicada captura de bastiones clave como Pokrovsk en la región de Donetsk, una victoria que Kiev se apresura a negar, pero que añade presión a las negociaciones. El líder ruso cerró la puerta a cualquier modificación al plan de paz de Washington que incluya exigencias europeas que él considera «inadmisibles», acusándolos de buscar «bloquear todo el proceso de paz» (Diario de Sevilla).
La fractura entre Washington y Bruselas
La visita de Witkoff y Kushner a Moscú evidencia una profunda grieta en el bloque occidental. Putin no dudó en acusar a los europeos de querer «impedir los esfuerzos de Estados Unidos» para alcanzar una solución, sugiriendo que su exclusión de la mesa de negociación fue una iniciativa propia. «Los europeos están molestos por haber sido excluidos de las negociaciones, pero (…) ellos mismos se apartaron, fue una iniciativa suya», afirmó.
Detrás de este enojo, sin embargo, se encuentra una postura europea que, según el análisis de expertos en seguridad y defensa, ha hecho de la derrota de Rusia un objetivo estratégico casi «existencial» para la seguridad del Viejo Continente. Un informe de Meta-Defense (fechado en febrero de 2024, pero cuya línea se ha intensificado en 2025) ya señalaba esta «profunda cambio de paradigma» por parte de los líderes europeos, que ven la incapacidad de frenar a Moscú como una amenaza directa a su supervivencia geopolítica.
Esta divergencia de intereses y objetivos —la UE buscando la derrota total de Rusia versus la Administración estadounidense centrada en un rápido alto el fuego— explica la virulenta crítica de Putin a la postura europea, que choca de frente con el pragmatismo, a menudo cuestionado, del plan de paz que Washington intenta imponer. Al desviar el foco hacia una posible guerra directa con Europa, Putin capitaliza la ambigüedad estratégica de la UE y refuerza su posición como el interlocutor indispensable para la paz, relegando a las capitales europeas a un papel de «saboteadores» de la diplomacia.
Llamado a la realidad sobre el terreno
La reunión entre Putin y los delegados estadounidenses, que el Kremlin adelantó que duraría «lo que haga falta» (Swissinfo), busca consolidar los avances territoriales rusos en la mesa de negociaciones. La insistencia de Putin en que los líderes europeos deben volver «a la realidad» es un recordatorio implícito de que la única paz viable, según Moscú, es aquella que reconoce y legitima las nuevas fronteras trazadas por la guerra.
Este encuentro en el Gran Palacio del Kremlin, que incluyó a Jared Kushner, el yerno del presidente estadounidense, y al emisario Kiril Dmítriev por la parte rusa, se desarrolla en un clima de optimismo cauteloso por parte de Washington, que se declaró «muy optimista» sobre un acuerdo, a pesar de las filtraciones previas sobre un posible «sesgo prorruso» en el plan. No obstante, la advertencia de Putin a Europa eleva el riesgo de una escalada.
La geopolítica de diciembre de 2025 se define, así, por una mesa de negociación estadounidense en Moscú y una Europa marginalizada, a la que se le advierte explícitamente que no interfiera. La retórica de confrontación total del líder ruso, combinada con el impulso de una «paz» negociada directamente con Washington, coloca a la UE en una encrucijada estratégica: aceptar un acuerdo impuesto por sus aliados o escalar su apoyo a Ucrania, asumiendo el riesgo que el Kremlin acaba de poner sobre la mesa.


