Candidatos presidenciales se juegan el pase a segunda vuelta en debate de Anatel

El pasado lunes 10 de noviembre, a solo seis días de las elecciones presidenciales, se celebró el último debate de la campaña chilena, organizado por la Asociación Nacional de Televisión (Anatel). Este encuentro, que se extendió por más de tres horas en los estudios de TVN, no fue un mero ejercicio de presentación de ideas, sino un campo de batalla dialéctico donde la polarización y las estrategias de choque se hicieron palpables, con la sombra del voto obligatorio planeando sobre los resultados. Los ocho candidatos a La Moneda se esforzaron por marcar diferencias, conscientes de que era la última gran vitrina para influir en un electorado masivo e incierto.

La configuración de la contienda, con cuatro figuras principales y la derecha fragmentada en tres candidaturas —José Antonio Kast (derecha radical), Johannes Kaiser (libertario, derecha radical) y Evelyn Matthei (derecha tradicional)— frente a Jeannette Jara (izquierda oficialista), prometía una noche intensa. Los temas iniciales y centrales giraron en torno a la seguridad pública y las políticas sociales, reflejando las principales preocupaciones ciudadanas. De inmediato se instaló el tono punitivo y de «mano dura» en la derecha. Matthei, postulante de Chile Vamos, fue directa, afirmando que a los miembros de bandas criminales como el Tren de Aragua se les debe poner «en la cárcel o en el cementerio». De manera similar, Franco Parisi (Partido de la Gente, PDG) no ahondó, pero prometió «bala o cárcel» , mientras que Kaiser se comprometió a usar «todos los medios a su disposición» para restaurar el imperio de la ley y propuso el «aumento de pena en todos los delitos». Por su parte, Kast basó su propuesta de seguridad en recuperar el control de las cárceles, cerrar las fronteras y apoyar a las policías.

El eje de la seguridad y la confrontación

La candidata comunista, Jeannette Jara, intentó diferenciarse criticando las posturas más extremas, señalando que la falta de gobernabilidad se debía a la oposición que se negó a apoyar la creación del Ministerio de Seguridad. A su vez, Jara destacó la necesidad de «perseguir el dinero» de los delincuentes como estrategia clave. Esta confrontación se extendió a los dardos de Matthei contra Kast por el uso de un podio antibalas en un evento de campaña. Matthei remarcó su experiencia como alcaldesa, diciendo que ella «nunca [se] escondió detrás de un vidrio» y prometió proteger a Carabineros y FF.AA. con el uso de su armamento. Kast, en su respuesta, esquivó la alusión directa y optó por dirigirse a los electores, prometiendo un «cambio real y radical» en seguridad en 121 días. En un tono menos vehemente, Parisi fue aún más específico sobre la violencia en La Araucanía, prometiendo montar «operaciones comando» para enfrentar lo que llamó «narcoterrorismo» y que la solución llegaría en ocho meses.

La discusión viró hacia los temas de derechos humanos y la dictadura de Pinochet, un tópico que Kast ha eludido consistentemente durante la campaña. Johannes Kaiser, cuyo ascenso en las encuestas preocupaba a la derecha tradicional, mantuvo su postura de cerrar el «capítulo 73-90» de la dictadura mediante un plebiscito para decidir si se mantendrá el pago a los exonerados políticos. El candidato libertario, que previamente había manifestado que indultaría al condenado Miguel Krassnoff , fue categórico: «Voy a cerrar el capítulo 73-90, definitivamente. También, el que se siga pagando a falsos exonerados y a exonerados políticos por generaciones». Las reacciones fueron inmediatas: Jara contestó que tanto «el crimen organizado como el crimen de uniforme» deben enfrentarse con «mano firme» y que «los que están condenados son delincuentes». El independiente Marco Enríquez-Ominami (ME-O) defendió que «la dignidad no tiene plebiscito».

El debate social y las posturas personales

En el ámbito social y económico, la artillería se centró en el Gobierno actual de Gabriel Boric. Kast, que lideraba la oposición, fue uno de los más duros, tildando a Jara como «la candidata de la continuidad» y catalogando su programa como de un «populismo brutal». Jara se defendió argumentando que una «alianza amplia social y política» puede dar mejor gobernabilidad para el crecimiento y la seguridad. En cuanto a las pensiones, Eduardo Artés (extrema izquierda) mantuvo su crítica radical, asegurando que el sistema de AFP es «lo peor que puede haber pasado» y acusando al Gobierno de Boric de «engordar las billeteras de los dueños de AFP». Artés también sorprendió al relativizar el sistema democrático, tildando al voto universal como un «sistema aparentemente democrático».

Otro punto de quiebre fue el aborto. Jara, Artés y ME-O se manifestaron a favor de despenalizar el aborto hasta las 14 semanas. En el otro extremo, Kast mantuvo su posición de defender la vida «desde la concepción hasta la muerte natural» y se mostró contrario a la píldora del día después. Kaiser prometió cambiar la ley de aborto en tres causales para abordar la falta de denuncias a violadores. Evelyn Matthei eludió una postura clara sobre el aborto, desviando el tema hacia la educación y el apoyo a las mujeres con hijos. Franco Parisi, en tanto, no fijó una postura sobre la eutanasia, afirmando estar entre su «cabeza y [su] corazón».

Posiciones en política exterior y el caso Ulloa

El debate se enriqueció con discusiones sobre política exterior. Marco Enríquez-Ominami fue enfático en su postura anti-intervencionista, oponiéndose a una eventual intervención militar de EE. UU. en Venezuela, argumentando que una invasión norteamericana «nunca ha traído el bien en ninguna parte del mundo». En una posición radicalmente opuesta, Johannes Kaiser declaró: “Yo apoyaría una intervención en Venezuela”. Por su parte, Jeannette Jara, si bien dijo estar «en desacuerdo con el régimen de Maduro», no avaló una invasión armada.

El preámbulo y los comentarios de llegada estuvieron marcados por la destitución del ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Antonio Ulloa, por parte del Senado, debido a la acusación constitucional en su contra. Matthei utilizó este caso para plantear que una «posible corrupción en la Corte Suprema» podría dejar al país «de rodillas» frente a criminales como el Tren de Aragua.

Al cierre, los candidatos buscaron dejar su último mensaje. Matthei, que se describió como «moderada, pero con colmillos» , se proyectó a sí misma y a otra mujer en segunda vuelta , y apeló a la experiencia de haber «entrenado» con el expresidente Sebastián Piñera. Kaiser le entregó una flor y la felicitó por su próximo cumpleaños, llamando a «superar las pequeñas y grandes diferencias». Jara reiteró la necesidad de experiencia y condenó a quienes promueven el odio. Kast cerró invocando un «cambio real» y pidió a Dios que bendijera a Chile.

El debate de Anatel, el último foro televisado, reafirmó la tónica de una elección polarizada e incierta , con una candidata de izquierda liderando las encuestas (Jara, 28,5%) y una derecha fragmentada y en ascenso (Kast, 19,9%; Kaiser, 15,6%; Matthei, 14,1%). Con el voto obligatorio como factor clave que moviliza a 15,8 millones de electores, la capacidad de este debate para mover la aguja de los apoyos y definir el paso a la segunda vuelta se medirá en las urnas este 16 de noviembre.

Carla Espejo
Carla Espejo

Periodista. En un mundo obsesionado con la fachada, vale la pena enfocarse en el reflejo de las verdaderas intenciones en los medios. Hagamos algo diferente.