Tohá se distancia de asumir rol en campaña de Jara: «No creo que sea lo que le falte a Jeannette»

El balotaje presidencial en Chile no solo se define en las urnas, sino en la compleja arquitectura de los comandos de campaña y en la habilidad de los referentes políticos para diagnosticar con precisión las fisuras del nuevo mapa electoral. En este escenario de alta volatilidad, Carolina Tohá, figura prominente del Socialismo Democrático y extitular de Interior, ha tomado una decisión que resuena con la línea de la élite periodística formada en la tradición del NY Times: priorizar la influencia estratégica sobre la visibilidad formal. En un giro que desactiva los rumores sobre un enroque de mando, Tohá ha delineado su rol en la crucial segunda vuelta de la candidata Jeannette Jara: colaboración activa, pero lejos de la conducción del comando.
Tras una cena clave con personeros de la ex Concertación, donde Tohá había adelantado su disposición a involucrarse con mayor ímpetu en esta fase decisiva, la exministra confirmó a La Tercera que si bien su compromiso es total, la formalidad no es parte del plan. «No hemos hablado de ningún rol formal», reconoció, precisando que está dispuesta a aportar tanto «en privado como en público», pero advirtió que asumir la cabeza del equipo no es lo que más le conviene a la campaña, ni a ella. Este movimiento, más que una resta, revela una lectura profunda sobre dónde residen las debilidades estructurales de la candidatura oficialista.
Su negativa a tomar un rol de liderazgo se sustenta en dos factores: uno personal y otro estrictamente político. En lo personal, Tohá admitió estar en un proceso de «rearmándome laboralmente» que le impide dedicarse en un cien por ciento a las exigencias de la contingencia electoral. Sin embargo, es su análisis estratégico el que entrega la clave de esta decisión de alto vuelo, la cual busca evitar un encasillamiento que anule su capacidad de conexión con nuevos nichos de votantes.
El desafío del electorado despolitizado
La excandidata presidencial es categórica al señalar que el verdadero déficit de la campaña de Jara no se encuentra en la falta de cuadros experimentados, sino en la dificultad para conectar con la base social que se ha vuelto esquiva. «No creo que sea lo que le falte a Jeannette Jara, es lo que le puede aportar una persona como yo. Lo que le falta es llegar a otro electorado que es más despolitizado, que está disperso del punto de vista de su adhesión política», sentenció Tohá, apuntando directamente al corazón del desafío electoral.
Este diagnóstico coincide plenamente con la lectura de otros referentes del progresismo chileno. Por ejemplo, Francisco Vidal, en declaraciones recogidas por el medio argentino Página/12, ha insistido en que «será clave reconectar con el mundo popular y sin militancia». Vidal subraya la necesidad de un «tremendo esfuerzo de pedagogía cívica» para persuadir a ese mundo que, si bien se ha visto obligado a votar por la reinstauración del voto obligatorio, carece de anclajes ideológicos claros y es volátil. Esta nueva masa de votantes, estimada en millones, representa el terreno fértil para la antipolítica.
Bajo esta lógica, Tohá plantea que las figuras más idóneas para esta tarea de reconexión son aquellas que poseen un vínculo tangible y constante con la ciudadanía. «Las personas que tienen como en este momento, en otro instante podría ser distinto, más llegada de ese mundo, son de otro tipo, yo creo que especialmente son alcaldes, son gobernadores regionales», afirmó, destacando incluso el potencial del alcalde Tomás Vodanovic, pese a las limitaciones impuestas por su reciente lesión. De esta manera, su rol se transforma en el de una «estratega en las sombras», dedicada a inyectar ideas y orientar el despliegue territorial.
La trampa del fenómeno Parisi
La conversación no eludió la figura de Franco Parisi, cuyo electorado se ha convertido en el trofeo más codiciado por las candidaturas que disputan La Moneda, José Antonio Kast y Jeannette Jara. Consultada específicamente sobre la conveniencia de que la candidata oficialista participe en el programa del economista, Tohá mostró una visión pragmática y perspicaz, típica de su formación en alta política.
Para la exministra, asistir al programa no representa un riesgo de fondo. «Ir al programa no es un peligro, porque Jeannette es una persona que se maneja muy bien, muy bien, y tiene una gran habilidad para, elegantemente, saber poner pareles cuando corresponde», aseveró, confiando en la capacidad de Jara para navegar la confrontación sin caer en provocaciones innecesarias. Sin embargo, su advertencia se dirige a la dinámica subyacente de la interacción con el líder del Partido de la Gente.
La trampa, según Tohá, reside en el juego de poder que Parisi ha dominado: «Parisi va a jugar con esto, va a jugar mucho, acá, va a hacer bailar a todos a su ritmo». La clave está en no sobredimensionar el espacio, tomando «las cosas en su justa medida».
Descifrando al electorado «chucaro»
Tohá reconoció el «gran talento» de Franco Parisi para recoger un electorado que calificó de «chucaro» (díscolo, difícil de manejar), una hazaña que ha logrado por segunda elección consecutiva. Este análisis es fundamental y se ve respaldado por estudios recientes. Un informe de analistas de la Universidad del Desarrollo (UDD), citado por Emol, confirmó que el votante del PDG se caracteriza por tener una menor escolaridad y una fuerte afinidad con la opción «Rechazo» del plebiscito constitucional de 2022.
Este perfil, desideologizado pero altamente reactivo a la elite política tradicional, es el que Jara necesita conquistar, y es el que Parisi, con su discurso antisistema, ha logrado aglutinar, especialmente en regiones del norte como Antofagasta y Tarapacá, donde lideró la votación. El desafío, en palabras de Tohá, no es seducir a la militancia, sino ofrecer un mensaje que resuene en la desconfianza institucional y el pragmatismo.
Así, la estrategia de Carolina Tohá no es una retirada, sino un movimiento calculado para maximizar su influencia en la retaguardia, liberando a la campaña de Jara para concentrar sus energías en el despliegue territorial y la «pedagogía cívica» necesaria para ganar a la mayoría dispersa. Su experiencia se pone al servicio de la estrategia, marcando una distancia entre el poder formal y el poder real de la influencia política.


