Banco Central advierte que vulnerabilidades globales se han acentuado

La publicación del Informe de Estabilidad Financiera (IEF) correspondiente al segundo semestre de 2025, emanado por el Banco Central de Chile, es más que un simple ejercicio técnico; se erige como un barómetro crucial que mide la capacidad de resiliencia del sistema chileno ante una arquitectura financiera global en franca ebullición. Bajo la presidencia de Rosanna Costa, el Instituto Emisor no ha escatimado en un diagnóstico que, si bien reconoce la solidez local, lanza una advertencia severa: «Las vulnerabilidades globales se han acentuado» .
Esta acentuación, según el análisis del IEF, se traduce en un riesgo principal para el país: un estrechamiento abrupto en las condiciones de financiamiento. En un contexto donde las valoraciones de los activos financieros internacionales persisten en niveles elevados, la entidad chilena observa diversos detonantes capaces de minar el apetito por riesgo de los inversionistas. El desenlace previsible de este escenario es una descompresión global de spreads y una caída significativa en los precios de los activos, con efectos de segundo orden imposibles de ignorar para una economía abierta como la chilena.
El panorama se complica con la intensificación de las tensiones comerciales, geopolíticas e institucionales, factores que históricamente han demostrado su capacidad para inyectar volatilidad en los mercados. Sin embargo, el IEF pone el foco en una amenaza más sutil y contemporánea: el impacto de la percepción sobre los beneficios de las nuevas tecnologías, un campo donde la euforia parece haber superado la lógica fundamental.
La sombra de la burbuja tecnológica y la deuda soberana
La preocupación del Banco Central por la potencial «burbuja» gestándose en torno a las empresas tecnológicas y la Inteligencia Artificial (IA) no es una voz solitaria. Esta advertencia local se alinea con la creciente inquietud expresada por figuras influyentes de las finanzas internacionales. Analistas de renombre, como el inversor Michael Burry, conocido por anticipar la crisis subprime, han reforzado su apuesta bajista contra gigantes del sector, alertando sobre una sobrevaloración que podría traducirse en una corrección masiva en el corto o mediano plazo.
Esta dinámica de valoración excesiva, donde gran parte de las ganancias del índice S&P 500 se concentra en un puñado de acciones ligadas a la IA, fue catalogada por expertos como Ted Pick, CEO de Morgan Stanley, como un avance «demasiado rápido» del mercado. Pick sugirió que una corrección natural de 10% a 15% podría ser un desarrollo «saludable» para el sistema, un comentario que subraya la fragilidad inherente a las valoraciones actuales. Un shock en este segmento podría repercutir en Chile a través de salidas de capitales y movimientos bruscos en el tipo de cambio.
En paralelo, la deuda soberana de las economías avanzadas se ha transformado en un verdadero polvorín. El IEF identifica que una evaluación negativa sobre la sostenibilidad de estas deudas podría elevar las tasas de interés de referencia del sistema financiero internacional, un aumento que se amplifica y transmite a través de las interconexiones entre la banca tradicional y los intermediarios financieros no bancarios. Esta preocupación se ve respaldada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en su Monitor Fiscal de octubre de 2025, alertó que la deuda pública global superará el 100% del PIB mundial hacia 2029, el nivel más alto registrado desde 1948.
Holguras locales y el fantasma fiscal
La materialización de cualquiera de estos escenarios externos, ya sea una corrección bursátil en Wall Street o un alza abrupta de las tasas de interés globales impulsada por el endeudamiento, podría desatar en Chile salidas de capitales, incrementos en las tasas de interés internas y correcciones en los precios de los bonos soberanos. No obstante, el Instituto Emisor es enfático en destacar que la economía chilena no llega desarmada a este desafío.
Según el IEF, el país mantiene una solidez macroeconómica y estándares de regulación y supervisión financiera robustos que le otorgan las holguras necesarias para mitigar la mayoría de los shocks adversos. De hecho, el informe constata una leve mejora en las condiciones financieras locales respecto al semestre anterior. Las tasas de interés de largo plazo han retrocedido levemente, los spreads de bonos corporativos y soberanos han disminuido, el dinamismo en las emisiones de bonos es mayor y los flujos de capitales se han incrementado en los últimos meses.
A nivel micro, la estabilidad también presenta buenas cifras: las vulnerabilidades de los hogares se mantienen en niveles bajos, y las empresas han visto disminuir sus indicadores de endeudamiento e impago. Por su parte, el sector bancario cuenta con niveles de liquidez y capitalización que le permitirían enfrentar un escenario de tensión severo con solvencia garantizada. La regulación aplicada tras la última crisis parece estar rindiendo frutos.
Sin embargo, el informe no concluye sin lanzar una advertencia de vital importancia interna que podría socavar toda la solidez construida. El Banco Central reitera la necesidad de mantener la «cautela en las cuentas fiscales» debido a la persistencia de déficits estructurales que han reducido las holguras y elevado la deuda pública. Aunque las proyecciones oficiales mantienen la deuda por debajo de los niveles definidos como prudentes (el FMI estima para Chile un 43,7% del PIB en 2025, lejos del promedio global), el Instituto Emisor enfatiza que la única forma de preservar condiciones de financiamiento adecuadas para familias y empresas, y mantener la capacidad de mitigar futuros shocks, es mediante una disciplina fiscal inquebrantable. La lección del IEF es clara: si el riesgo externo se ha acentuado, la prudencia interna debe hacerlo también.


