Chile despide a Héctor «Tito» Noguera con duelo nacional

La mañana del martes 28 de octubre de 2025 se tiñó de luto en Chile. El presidente Gabriel Boric debió interrumpir de manera abrupta su agenda oficial, específicamente su participación en la Cuenta Pública 2025 del Consejo Consultivo Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes, debido a un «imponderable» de profunda trascendencia nacional. El motivo de su precipitado retiro no era otro que el deseo de ofrecer un último adiós al destacado actor, director y dramaturgo, Héctor Noguera, quien a sus 88 años atravesaba un estado de salud calificado como extremadamente delicado. Este gesto presidencial, que detuvo momentáneamente el engranaje político del país, subraya la inmensidad de la figura que se estaba despidiendo: un ícono que redefinió el teatro y la televisión chilena.
La noticia de la fragilidad de su salud y su posterior deceso resonó con fuerza a lo largo del día, opacando incluso movimientos clave en los mercados financieros —donde el tipo de cambio iniciaba con una baja de $2,15 en medio de la expectativa por decisiones del Banco Central y el pulso del cobre— y otros anuncios de política exterior, como el inminente viaje del Mandatario a Corea del Sur para participar en la APEC. El legado de Noguera, laureado con el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales en 1999, es un testimonio vivo de dedicación a las artes escénicas. Su carrera, que se extendió por más de seis décadas, no solo abarcó más de un centenar de obras teatrales y una prolífica participación en teleseries que son parte de la memoria colectiva chilena, sino que también se caracterizó por su rol como formador y director.
Desde sus inicios en el Teatro Ensayo de la Universidad Católica, el TEP (Teatro Experimental) y el ICTUS, Noguera fue un arquitecto fundamental en la institucionalidad teatral del país. Su labor en la fundación de la Escuela de Teatro de la Universidad Mayor y, especialmente, del Teatro Camino, se erige como una muestra de su compromiso con la descentralización cultural y la creación de nuevos espacios para la dramaturgia nacional. La figura de Noguera no es solo la de un actor; es la de un gestor cultural que entendió el teatro como un espejo y motor de la sociedad. En reconocimiento a su trayectoria y al vacío que su partida deja en el panorama cultural, el presidente Boric declaró el 28 de octubre como día de duelo nacional, un tributo que sella su lugar en el panteón de las figuras esenciales de Chile.
Una vida dedicada a la escena y la formación
La profundidad de la obra de Noguera se extiende más allá de los reflectores. Su faceta como director y docente ha impactado a varias generaciones de artistas. Como bien señaló la crítica especializada de la Universidad de Chile tras la obtención de su Premio Nacional, Noguera poseía la rara habilidad de «conjugar el rigor técnico con una inmensa humanidad en cada rol», una característica que transmitía a sus alumnos y colegas. Este compromiso con la calidad y la profundidad de la actuación es un pilar que resuena con la línea editorial de este medio, que siempre busca el análisis riguroso y la conexión humana en la expresión cultural.
El impacto de su trabajo en televisión, particularmente en icónicas producciones dramáticas, lo convirtió en un rostro familiar y querido para millones de chilenos. Personajes como el inolvidable Gaspar Cuestas de «Machos» o su participación en la primera teleserie a color de Chile, «La Colorina», cimentaron una relación de cercanía con el público que trascendió las fronteras del teatro más elitista, llevando el arte a los hogares. La televisión fue para Noguera, en muchas ocasiones, una plataforma masiva para divulgar la versatilidad de su arte, sin que ello significara una merma en la calidad de su interpretación.
En este contexto de duelo nacional, el legado de Noguera se alinea con la visión global de Under Express, al recordarnos que la cultura y las artes son formas de expresión universal y de conexión humana. Su contribución a la dramaturgia no solo es local; es parte de la narrativa latinoamericana de resistencia y creatividad. Recientemente, el Centro Latinoamericano de Investigación en Artes Escénicas (CLIAE), con sede en Ciudad de México, había dedicado un simposio a su trayectoria, destacándolo como uno de los grandes maestros vivos del teatro iberoamericano, reconociendo su influencia en la dirección y la pedagogía actoral, lo que demuestra la resonancia internacional de su obra.
El teatro como espejo social
La carrera de Héctor Noguera es inseparable de la historia política y social de Chile. Su arte siempre se mantuvo en diálogo con la contingencia, usando el escenario para explorar las complejidades de la sociedad. Desde la época de la dictadura, el Teatro Ictus —donde fue parte fundamental— se erigió como un espacio de resistencia y pensamiento crítico. Sus montajes no rehuyeron la crítica social, un valor que en Under Express consideramos esencial para fomentar el diálogo y la reflexión.
El fallecimiento de una figura de esta envergadura siempre lleva a una revalorización de su aporte. En una entrevista de 2023 con el medio digital Cultura Activa, Noguera reflexionaba sobre la importancia de la memoria en las artes, señalando que «el teatro es un ejercicio de la memoria activa; si no recordamos quiénes fuimos, no podemos entender quiénes somos». Esta visión, que aboga por un periodismo cultural que no sea meramente informativo sino que promueva el pensamiento crítico, es la esencia del legado que ahora se honra. Su vida y obra son un recordatorio perenne de que la independencia y el pluralismo son pilares fundamentales para la creación artística y la comunicación.
Mientras el país se detiene a reflexionar sobre la partida de Noguera, el mercado y la política siguen su curso: el presidente Boric debe enfrentar las tensiones diplomáticas antes de su viaje a Corea del Sur, donde la oposición le ha instado a «moderar su tono» en la arena internacional, especialmente con figuras como Donald Trump. Sin embargo, por un día, el arte logró imponerse a la vorágine de la actualidad, demostrando que el impacto de un artista en la sensibilidad colectiva puede ser tan o más poderoso que cualquier indicador económico o político. Héctor Noguera no solo deja un catálogo inmenso de obras; deja un camino trazado para las futuras generaciones de artistas que busquen en el teatro la verdad y la conexión humana.
